Ayudando más allá de las diferencias

En una ocasión, una jóven madre paseaba con su hija de pocos meses de edad en el parque. La tenía vestida como una muñequita por ser su primera hija. Le daba todo el tiempo disponible de acuerdo a sus responsabilidades, y también buscaba que empezara a tener contacto social con otr@s niN@s en el parque.

La pequeña niña llamaba la atención por risueña y alegre. La mamá estaba empezando a acostumbrarse a que con frecuencia muchas personas se acercaran a decirle que su hija era muy linda.

La pequeña disfrutaba y sonreía  cuando alguien se acercaba con otros pequeños a jugar. Luego de alguna plática ocasional acerca de las edades de l@s niñ@s, le preguntaron a la mamá de la bebé:

-¿Es tu hija?

La mamá se sorprendió por la pregunta, y respondió que sí.

Ya en su casa, antes de dormir la mamá recordó la conversación. Y se quedó incómoda por haber recibido esa pregunta. Su propia conclusión fue que había arreglado tan bella a su bebé, y que ella tenía ropa deportiva un tanto informal, que la diferencia parecía muy grande. Con esa conclusión la mamá pudo calmar un poco su molestia.

La siguiente vez que la mamá salió con su hija de paseo, recordó esa pregunta para ella incómoda, y decidió arreglarse de manera diferente. Ella buscaba prevenir una pregunta similar.

Ya en el lugar de juegos, conviviendo l@s pequeñ@s, se acercaron nuevamente varias personas a decirle lo bella que era su niña. Continuaron con una breve conversación acerca de las edades de l@s pequeñ@s, y le volvieron a hacer la misma pregunta:

-¿Es tu hija?

La mamá se sorprendió por la pregunta, y decidió responder:

-Sí, es mi hija. ¿Por qué la pregunta?

A lo que la otra persona respondió:

-Es que son tan diferentes. La niña es tan blanca, y tú no.

La mamá es de piel morena.

La mamá quedó grandemente sorprendida, pues en su familia todos le decían que su hija era igualita a ella. Mas esa no era la percepción de otras terceras personas.

Para ti, qué es más fácil notar, ¿las diferencias o las semejanzas?

La primera vez que escuché una explicación científica acerca de por qué no es natural para nosotros los seres humanos el notar a quienes físicamente son diferentes a un@ misma me sorprendió de sobremanera.

De lo que recuerdo, tiene qué ver con la manera en que las neuronas se enlazan. Naturalmente, buscamos conectar con personas con quienes encontramos alguna similitud.

Por esa razón, no nos es natural notar a quienes son diferentes a nosotros. Nitampoco les es natural a quienes son diferentes a nosotros notarnos de primera instancia. Nos requiere intención y atención. Y sobre todo, voluntad.

En el caso de la mamá jóven, ella se sintió relegada por la pregunta, que aunque no era malintencionada, ella percibió que se le señalaba de mala manera por ser diferente su tono de piel al de su hija.

A ti, ¿te ha tocado experimentar algún tipo de rechazo, condena o asalto por ser diferente?

Una consecuencia de buscar lo que es similar a un@ mism@, es dejar fuera lo que no es similar. Lo que es diferente. Buscando clasificarlo y acomodarlo en veces corremos el riesgo de rechazarlo o etiquetarlo como “malo”.

Por otro lado, ¿qué tanto te has dado cuenta cuando tú haz ignorado a alguien?

A propósito de diferencias y semejanzas, Jesús describe cómo el ser prójimo para los demás va más allá de lo que percibamos como diferencias. Le hacen la pregunta:

-¿Quién es mi prójimo?

Y Jesús responde con lo que conocemos como la parábola del buen samaritano.

En la parábola, Jesús relata que un viajero fue asaltado, golpeado y dejado en el camino. Tanto un sacerdote como un levita lo vieron, y pasaron de largo sin ayudarlo. 

Y tú, ¿has visto algo parecido? ¿O lo has vivido?

Fue un extraño, un samaritano extranjero, alguien diferente fue quien ayudó al viajero herido, él fue quien se comportó como prójimo. Tuvo la voluntad de comportarse como tal.

El sacerdote y el levita, siendo de su misma gente  no tuvieron voluntad de ayudar.

Parece que el ser prójimo no se trata de igualdades o diferencias, sino de comportamiento.

Será que Jesús nos pregunta a ti y a mi, ¿tienes voluntad de ayudar, de ser prójimo para los demás? ¿A quien sea igual a ti y a mi, y a quien sea diferente a ti y a mi?

Si el Espíritu te inspira, comparte con Jesús carpintero las similitudes y diferencias que percibes que tienes con los demás. Y tal vez, con tu voluntad descubras cómo puedes ser prójimo para los demás de acuerdo a tus posibilidades. 

Marisol

P.D. Podemos escuchar acerca de la invitación a comportarnos como prójimo  en las lecturas del XV domingo del tiempo ordinario, año / ciclo C.