Me ha tomado tiempo el aceptar y sobrellevar mis habilidades, mi “nueva” manera de conducirme en mi día a día. Anteriormente, mi fuerza de voluntad puso mis expectativas fuera de proporción.
¿Te ha pasado algo similar? Tal vez has tenido ciertas expectativas de alguna situación, persona, actividad o cualquier otra cosa. Luego, la realidad es otra.
Hace más de un año de mi última publicación. Poniendo de frente mi expectativa de escribir, con el hecho de no poderlo hacer por mí misma. , fue muy incómodo. Pero tenía que hacerlo. Tenía que dejar ir mis propias expectativas, pues no estaban funcionando a mi favor. Tenía metas definidas , un ímpetu fuerte, pero no tenía la capacidad de hacerlo por mí misma. Mi salud tomó prioridad, pero aún me sentí como un fraude, sentí que fallé a mis propias expectativas. Sobreestimé mi fuerza de voluntad, y subestimé el proceso de recuperación luego de la cirugía de emergencia que removió el tumor cerebral que lastimaba mis nervios ópticos. Y tú, ¿qué haces cuando lo que quieres, piensas, esperas, no sucede?
Lo que por mucho tiempo experimenté, fue una culpa muy profunda. El no cumplir con expectativas, propias o ajenas, evocaba una convicción visceral de que nunca lo iba a lograr., que mis esfuerzos quedaban cortos. Cuando se daba que sí cumplía con algo, el gusto, o la celebración, era corto, efímero, desaparecía pronto, para dar lugar a la culpa, mi compañera de antaño. Aunque hay un lado sano de la culpa, eso no era lo que yo experimentaba.
Regresando a mi presente, tuve que cuestionar mi propia tendencia a caer en esta culpa tóxica. Mi desempeño diario, mi operar día a día me toma más tiempo. Siempre me consideré una persona paciente, pero el cambio de vida que experimenté, desde un poco antes de la cirugía, me ha llevado a tener que descubrir y ejercitar nuevos niveles de paciencia que me retan hasta los huesos. Aquí, el “descansar” en la culpa no me llevaba a nada.
La expresión sana de la culpa nos lleva a buscar reponer lo que se perdió, quebró o lastimó. Luego del acto reparador, la culpa se desvanece.
La culpa tóxica, luego del acto reparador, no se va, se queda a hundirte, a hundirme. Esta expresión tóxica de la culpa, requiere otro tipo de atención de parte de uno mismo, la auto compasión. No hay necesidad de
“quedarse” ahí.
¿Cuál expresión de culpa es la que experimentas? Dios te perdona, entonces,¿cuál es tu parte?
Esto es parte de lo que me ayudó a mí. Dedicar un momento del día, a imaginarme cómo me ve Dios., qué es lo que realmente siente por mí. Si lo que surge no es compasivo, probablemente no es Dios, sino esa tendencia anterior. Me “quedo” ahí hasta poder experimentar, aunque fuera por un corto tiempo, esa sensación de aceptación hacia mí misma. Esa sensación, es el principio de descubrir cómo Dios me ve.
En el caso que tú llegues a experimentar culpa tóxica, te invito a que en tus momentos de oración personal, intentes algo parecido. Y se que, también puedes empezar a descubrir una nueva dimensión de compasión de parte de Dios para ti, y una auto compasión aún mayor.
Anteriormente, sobreestimé mis capacidades, y subestimé la compasión De Dios
En cada cuaresma nos enfocamos como comunidad en buscar errores de los cuales arrepentirnos. Una vez identificados esos pensamientos, sentimientos y acciones, es posible que surja la culpa. ¿Cuál es tu experiencia con la culpa? ¿Te lleva a la auto condena, o a realizar un acto reparador? “Escucha” esa experiencia, y responde en dirección a la compasión.
Cuando no estamos acostumbrados a escuchar a nuestras emociones, es difícil identificarlas, requiere atención, intención y práctica. Durante estos meses de recuparación física, mental, espiritual y emocional, tuve la oportunidad de poner en práctica muchas cosas que aprendí en mi formación, dándole vida, sentido y destino a todo lo que aprendí en mi postgrado. Camino una jornada que no he terminado, y me gustaría compartirla contigo.
Para caminar y trabajar juntos, he preparado el taller titulado “Sensible al amor, sensible a la compasión.”
Si te gustaría una reunión introductoria complementaria, tú podrías:
*Identificar la expresión de culpa que experimentas, sana o tóxica.
*Podrás conocer herramientas espirituales para responder amorosamente, incrementando tu sensibilidad al amor compasivo De Dios.
*Podrás empezar el camino hacia una autocompasión más real, profunda y humana.
Me encantaría acompañarte en tu proceso.
M
P.D. Y estoy SUPER contenta, pues gracias al apoyo de la tecnología, ya puedo escribir y “leer” por mí misma. Si cachan errores de dedo, es que de plano no los vi :p