Las luces del salón de convenciones se encontraban cerca de la mitad de su capacidad. La gente que asistía al evento de evangelización acababa de regresar de comer, por lo que estaban list@s para bailar y moverse con todas sus ganas.
Un grupo de gente se empezó a acercar al lado del templete en cuanto empezó la música. El grupo a cargo de la música estaba listo, con gran energía, entusiasmo y corazón.
La persona programada para dar su charla luego de la comida era de gran estima para los asistentes, y la expectación crecía con cada canto.
Cuando llegó el momento adecuado, los ritmos de los cantos empezaron a cambiar. De ritmos ágiles y llenos de energía, bajaron el tiempo progresivamente hasta llegar a lo que popularmente se conoce como cantos de meditación.
Y ahí es donde entraba mi cello.
Según la preferencia de cada quien, algunas personas empezaban a caminar hacia sus lugares, y otras personas se tomaban su tiempo, disfrutando ese momento. El común denominador de quienes se quedaban aún al pie del templete, era que mecían su cuerpo gentilmente de un lado a otro.
Por que el cello es un instrumento acústico de cuerda frotada, es precisamente en estos cantos que se puede apreciar de una manera especial. Algunas veces tomaba la melodía, y otras hacía armonía.
Aunque yo me encontraba muy concentrada tocando, alcanzaba a percibir que algunas personas seguían retirándose a su lugar. El espacio cerca del templete estaba cada vez más despejado.
Mientras el espacio se despejaba, alcancé a percibir a una persona que ni caminaba a su lugar, ni se movía gentilmente de un lado a otro como los demás. Estaba de pie, estático, mirando hacia la dirección donde yo me encontraba, su mirada era profunda, y muy directa. Tenía su mano izquierda sobre su corazón.
Su mirada era tan directa, y tan intensa, que me puse un poco incómoda.
Al terminar ese momento, y luego de que los músicos bajamos del templete él me encontró y me dijo:
-No sabes lo que has hecho en mi. Me has sacado el corazón, y sentí como si Dios lo amasaba ligeramente entre sus manos Cuando empecé a escucharte, lágrimas empezaron a rodar en mis mejillas. Nose qué hiciste, pero no podía moverme, estaba completamente paralizado de amor.
Yo solo lo escuché, y pensé:
-Wow…
Es cierto que Dios hace lo que quiere y lo que le permitimos, pero aún así yo me pregunté muchas veces: ¿qué habrá sido tan especial para esta persona que se quedó “paralizado de amor”?
Algunos días después volvimos a coincidir en una reunión. Donde él me relató nuevamente su experiencia. Aún varios días después, sus emociones estaban intensas y a flor de piel.
Esa experiencia fue realmente significativa para él. Y yo me seguía preguntando, ¿qué es lo que habrá pasado?
Esta es mi teoría:
Se dice que el cello es el instrumento que más se parece a la voz humana.
Cuando cada uno de nosotros fuimos concebidos, es precisamente la voz humana uno de los primeros sonidos que percibimos. El primero probablemente sea el latir del corazón de mamá, y el segundo su voz.
Mi imaginación me llevó a pensar que este caballero probablemente se conectó con algún recuerdo de amor en el vientre de su mamá. El escuchar a alguien que le amaba grandemente, le conmovió profundamente.
Y tú, ¿te has sentido conmovid@ cuando escuchas a alguien que te ama? ¿Cómo ha sido eso para ti?
A este caballero, el sonido del cello y el amor que le evocó le conmovió tanto que no le importó que extraños le vieran llorar abiertamente.
Aún recuerdo cuando mis hijas estaban pequeñitas, y hablaba con ellas por teléfono cuando no estábamos juntas. Sus vocecitas eran tan tiernas que me derretían el corazón. Y ellas por su parte se alegraban mucho al escucharme.
¿Cómo te imaginas a Dios cuando te escucha?
Si conoces a un Dios amoroso, ¿será que a Dios se le conmueve y derrite el corazón al escucharte?
En el salmo 32, el salmiste nos dice que se ha de alegrar el pueblo al escuchar a Dios, pues el Señor no está lejos de sus fieles.
¿Te gustaría escuchar a Dios hasta conmoverte?
¿Crees que Dios se conmueve al escucharte?
Si el Espíritu te inspira, comparte con Jesús carpintero cómo te imaginas a dios cuando te escucha. Y tal vez, recuerdes que Dios nunca está lejos de sus fieles, ni de ti.
Marisol
P.D. Podemos escuchar acerca de la cercanía de Dios en el salmo del XXX domingo del tiempo ordinario, año / ciclo C.

