Cuentan las leyendas populares mexicanas que llegó el fin de los tiempos, y que Jesús regresó para el juicio final.
Como ya habían pasado cerca de los 2000 años de su última experiencia humana, a Jesús le tocaba adaptarse a la modernidad
Dios Padre puso a Jesús en medio de la ciudad de México, pero Jesús no tenía ni idea qué eran los carros ni cómo cruzar las calles. Confundido y muy desorientado solamente escuchaba los gritos de personas que enojadas le gritaban que se quitara del camino.
En medio del caos Jesús trataba de evadir los carros, pero desafortunadamente lo golpearon.
El accidente fue suficiente para detener el tránsito, y varias personas se detuvieron a ver cómo podían ayudar.
Jesús estaba consciente, pero confundido. Entonces alguien gritó:
-¡Háblenle a la cruz¡
Y Jesús inmediatamente se levantó, sacudiéndose el polvo, y diciendo:
-¡No, no, no. No hay necesidad, ya estoy bien, ya estoy bien!
Este chiste del ingenio mexicano nos hacía reír a carcajadas en algunas de las noches de alguno de los retiros antes de la confirmación. Nos reuníamos en la casa de retiro a contar chistes en frente de una fogata.
Arturo, el coordinador del grupo era más grande que nosotros por aproximadamente seis años. Nosotros éramos estudiantes de preparatoria, y él estaba por graduarse de ingeniero. La paciencia que nos tenía era completamente admirable. Y esto lo se ahora mejor que antes, pues me ha tocado estar en su situación coordinando grupos para confirmación.
Habíamos en el grupo algunos más preguntones que otros, y también algunos que estaban ahí más a fuerzas que con ganas. Arturo nos escuchaba a todos., y cuando había alguien que no quería hablar, Arturo le hacía alguna pregunta directamente. Algunas veces tenía éxito en que le respondieran, y otras no.
Sin embargo, este chiste que nos hizo explotar de risa, dio pie a una conversación muy interesante, y más aún, un tanto desafiante.
En esa etapa de rebeldía, todos nos queríamos comer el mundo. Teníamos grandes planes de encontrar “la fórmula perfecta” de cómo sobrellevar la vida sin dificultades.
-Buena suerte¡
Nos decía Arturo.
Más delante en la conversación surgió una pregunta muy interesante:
-¿Dios quiere que suframos? ¿Para que quiso Dios que Jesús muriera?
Y tú, ¿te has hecho alguna pregunta similar?
Para nuestra desesperación e impaciencia, Arturo no nos daba respuestas muy claras, sino que nos respondía con más preguntas.
Francamente, a muchos no nos dejaron satisfechos esas preguntas, ni la respuestas de que era necesario que Jesús muriera en la cruz.
No ha sido sino hasta muchos años después, con la experiencia de vida, que descubrimos que el sufrimiento está incluido. No es un castigo, sino parte de la experiencia de vida.
En el relato de la pasión, Jesús sostiene el madero de la Cruz en el camino al calvario. Y ya en el momento de la crucifixión, es la cruz la que lo sostiene a él.
¿Qué te dice esto?
Cuando era niña y veía las imágenes más grande que tamaño real en los templos, de un Jesús sufriente y agotado, la verdad me daba miedo.
Pero es solo la persona que ha sufrido, quien se puede identificar con el dolor de los demás.
Jesús ha sufrido contigo, y conmigo. Hombro a hombro, y no de lejos.
Si hay alguien que entiende y ha experimentado el sufrimiento, es Jesús.
A Jesús nadie lo mató, jesús se entregó. ¿Podríamos ver la cruz como un lugar de entrega?
Y Jesús, al entregar su vida, recibió la resurrección.
En todas las veces que he leído y escuchado el relato dela pasión, Jesús sigue muriendo. Y también resucitando.
Si el Espíritu te inspira, comparte con Jesús carpintero el peso de tu cruz. Y tal vez, elijas cargarla para recibir resurrección.
Marisol
P.D. Podemos escuchar acerca de la Exaltación de la Santa Cruz en las lecturas del XXIV domingo del tiempo ordinario, año / ciclo C.