Olvidar y recordar 

En casa hemos tenido un perrito de lo más tierno desde hace casi 15 años. Es una mezcla de poodle y maltés, y como contracción le llaman maltipoo. 

Mis hijas, Jessica y Natalia tenían tiempo expresando que querían un perrito desde que ellas eran muy pequeñas, y ese deseo se incrementaba cuando estaban en casa de sus primos o con amigas que tenían perritos. 

Y hubo un momento en que una amiga que tenía familiares con una perrita embarazada nos preguntó si queríamos un perrito, a lo que dijimos que sí. Solo que para mis hijas Jessica y Natalia iba a ser sorpresa. 

Después de que salieron de la escuela, fuimos a la casa donde estaban los perritos, y para mi sorpresa, no salimos con un perrito, sino con dos. La camada aún era abundante, y uno de los perritos caminó directamente con Jessica, y le robó el corazón.

Me quedaría corta describiendo la alegría que estos perritos trajeron a casa. El caos de educarlos era parte del proceso, y viéndolo ahora en perspectiva, valió la pena.

Trstemente, la perrita que era más traviesa, encontró la manera de escapar. En cuanto nos dimos cuenta, salimos por las calles a buscarla y preguntamos a cuanta gente nos fue posible.

No la encontramos. Y mis hijas la lloraron mucho. 

Esta situación, originó que ahora todo el amor y el cuidado se volcara en el perrito en casa, en Speckales. 

Esta raza de perritos es muy dulce, y la “perronalidad” que tiene Speckales lo hace ver aún más dulce. Conforme fue creciendo parecía como si no tuviera la necesidad de ladrar, pues solo lo hacía cuando estaba enojado. Que por cierto era rarísimo.

Al pasar de los años, Speckales ha bajado su ritmo de movimiento. Camina más despacio, y duerme mucho más. Tanto así, que a veces tenemos que despertarlo para sacarlo a pasear y para que coma.

Ahora que mis hijas Jessica y Natalia han crecido, y cada vez están más ocupadas en sus estudios y trabajos, es menos el tiempo que invierten en jugar con Speckales. Y a él no parece molestarle por todo lo que duerme.

Hace algunos meses, le encargué a Natalia, que destinara tiempo para llevarlo al veterinario a su cita de rutina. Ella me recibió la información, y quedó muy formalmente en hacerlo, sobre todo sabiendo que va a necesitar sus vacunas. 

Pasó el tiempo, y a mi se me olvidó darle seguimiento. Y a Natalia también se le olvidó hacer cita y llevarlo. 

Hace unos días coincidió en que Jessica y Natalia llegaron a casa al mismo tiempo. Yo me encontraba trabajando en mi computadora, y estaba bastante concentrada por lo que no me di cuenta de su entrada.

Pero en breve, sí me di cuenta de que algo no estaba bien, pues escuché sus voces de preocupación. Estaban asustadas, preocupadas y preguntándose qué había pasado con Speckales. 

Resulta que cuando entraron encontraron sangre en el piso, y una de las patitas de Spackales llena de sangre. Me preguntaron qué había pasado, pero yo no sabía, él no se quejó para nada conmigo, y es tan pequeño que apenas se escuchan sus pasos en la casa.

Nos movimos tan pronto como pudimos. En menos de 20 minutos ya lo estaban revisando. 

A Speckales se le había caído un diente, lo que causó la pequeña y escandalosa hemorragia. Le dieron medicina para el dolor y su antibiótico.

Ya estando en casa, y sabiendo que la situación no era crítica nos pudimos calmar.

Después de un rato, Natalia llegó conmigo sollozando:

-Mamá, yo debí de haberlo llevado al veterinario hace tiempo, y se me olvidó.

Y tú, ¿hast tenido algún olvido que haya sido muy duro para ti? ¿Cuál fue tu actitud al darte cuenta?

Natalia estaba realmente apesadumbrada por su olvido. Aunque Speckales estaba bien, el verlo sedado y con su cono para prevenir que se lastimara era muy duro para mi hija, pues se sentía responsable.

Dentro de la plática, terminamos compartiendo la responsabilidad, pues a mi también se me había olvidado darle seguimiento a que Natalia le hiciera la cita. Como no es algo que hagamos muy seguido, pues a las dos se nos escapó dentro de la rutina.

Concluimos que, como no es algo que hagamos cada mes, lo pondremos en el calendario y no lo borraremos hasta que realmente Speckales esté en el veterinario. 

El siguiente paso, que Natalia acomode su horario para llevarlo.

Y Natalia encontró un descanso emocional.

En tu caso, ¿cómo te tratas cuando recuerdas que olvidaste algo? ¿Te reclamas por el olvido? ¿Te alegras por acordarte? 

En la escritura, Jesús nos dice que el Consolador nos ensennará y recordará. 

¿Por qué será necesario recordar? ¿Será por que Jesús sabe que se nos olvida que somos amad@s?

Mi hija encontró reposo emocional en saber que había un recordatorio en el calendario, pues sabía que si se le llegaba a olvidar nuevamente, habría manera de recordar.

Tal vez Jesús está completamente al tanto de nuestros olvidos, tanto que lo menciona directamente, el Consolador  les recordará todo.

Si el Espíritu te inspira, comparte con Jesús carpintero los remordimientos que hayas tenido. Y tal vez, recuerdes que el consolador no te juzga, te ama y te sigue amando.

Marisol

P.D. Podemos escuchar acerca de lo que el Consolador nos enseña y recuerda  en las lecturas del VI domingo del tiempo de pascua, año / ciclo C.