Pasar en el fuego y brillar

Había llegado el tiempo en el que mi mamá iba a dar a luz a su primer bebé. Mis papás ya se habían cambiado de ciudad debido al trabajo de mi papá,, pero cuando se trataba de dar a luz, mis papás decidieron ir a Zacatecas, de donde ambos han sido originarios. 

Mi papá platicaba que era en el hospital San José donde admitieron a mi mamá. Por la razón que haya sido, le programaron cesárea.

Mi papá describía que fuera del quirófano arriba de la puerta, había dos focos, uno rosa y uno azul. Había una enfermera que por dentro prendía el foco de acuerdo al género del bebé.

Fuera del quirófano, en el espacio designado estaban mis cuatro abuelitos, y mi papá muy nervioso. 

Llegado el momento, prendió el foco azul.

-¡Es niño!

Mi papá gritaba y saltaba de alegría.

Abrazos y felicitaciones abundaban. Más alegría luego de saber que mi mamá también estaba bien.

Poco más de cuatro años después, se repitió la escena en el mismo hospital.

Cuatro abuelitos y un papá nervioso e impaciente. Llegó el momento, y ahora se prendió un foco rosa.

-¡Es niña!

Mi papá gritaba y medio brincaba debido a un pie quebrado y enyesado.

Nuevamente, abrazos y felicitaciones abundaban. 

A este relato, mi mamá agregaba que antes de entrar al quirófano cuando era tiempo de que yo naciera, ella ya tenía un par de aretes listos, por si era niña. 

Por lo tanto, dice que cuando salí con ella del quirófano, ya traía mis aretes puestos. 

Las Medina, es decir, la familia de mi abuelita materna, eran de la ciudad de Jerez en el estado de Zacatecas. Ahí hay un diseño de arracadas muy común y tradicional de la zona, usualmente  de plata y oro. Son bellísimas. Y cuando llegas a ver a alguien con esas bellas arracadas puestas, inmediatamente sabes de dónde es.

Cuando fui creciendo, mis primas y yo siempre teníamos ese tipo de arracadas puestas. Son bellas, y de muchos tamaños.

Yo sí habré salido del quirófano recién nacida con aretes, pero claro que no eran esas arracadas. Sim embargo, mi primer recuerdo de aretes, sí son esas arracadas. 

Curiosamente, también recuerdo que yo perdía una, siempre del lado izquierdo. Ya más grandecita mi mamá me decía que las cuidara, pero resulta que las seguía perdiendo. Cuando íbamos a Zacatecas de vacaciones, mi mamá y abuelita me conseguían otro par. Eventualmente, completaba otros pares con las arracadas que no se me perdían, jajaja.

A mi mamá le gustaban también aretes, anillos , pulseras y collares. Cuando era posible, tenía sus joyas de oro. 

Cuando mi mamá se arreglaba, luego de pintarse era cuando se ponía sus joyas. Tenía un joyero que a mi me gustaba organizarle. Y ya más grande, descubrí aquellas arracadas mías perdidas y encontradas en ese joyero. Pero para entonces ya no me gustaba ponerme esas arracadas.

En una de esas ocasiones en que yo le organizaba su joyero, mi papá también estaba ahí. Resulta que me di cuenta de unos numeritos super chiquitos en la joyería de oro. Esos números también tenían una letra K. En resumen era 24K, 18K y otros que no recuerdo.

Cuando pregunté de qué se trataban esos números, me dijeron que era indicativo del nivel de pureza del oro.

-¿Pureza?

Le pregunté confundida a mi papá.

-Sí, según el número es qué tanto oro tiene la joya, mientras más alto el número, menos aleación tiene. Y mientras más bajo el número, más aleación tiene.

Luego denotar la diferencia en números, notamos una diferencia más. 

Aquellas joyas con más alto número, tenían un tono más brillante. Y de manera opuesta, aquellas joyas con menor número, el tono era más opaco. 

Ese descubrimiento se tornó en una conversación de principio a fin acerca del oro y de cómo llegaban a hacerse las joyas. Mi papá me explicaba que el nivel de aleación ayudaba a la firmeza de la joya, pues el oro no es muy duro, y que por lo tanto la aleación ayuda a mantener la forma de la joya evitando que se deforme.

Gracias a la paciencia de mi papá, mi curiosidad infantil quedó proporcionalmente satisfecha.

Recuerdo que en cuanto a las arracadas se trataba, mi mamá y mis tías tenían tan buen ojo, que solo con ver el tono del oro de las arracadas sabían qué tantos quilates tenían.

Luego me surgió otra pregunta para mi papá:

-¿Cómo se purifica el oro?

-En el fuego, pues de manera natural no surge puro. Diferentes metales tienen diferentes puntos de fundición, y como el oro es más blando, se funde primero. Así es como lo pueden separar de otros elementos. Por lo tanto es el fuego el que permite separarlos.

En el evangelio, Jesús dice que ha venido a traer fuego y división, hasta dentro de la misma familia.

Hmmmm, ¿cómo? 

¿Por qué será que Jesús dice que viene a traer fuego y división?

¿Será que algunas separaciones nos puedan llevar a brillar más?

Un orfebre no crea oro de alta calidad solo con limpiarlo con un algodón. Al observar las arracadas jerezanas que teníamos mis primas y yo de niñas, era evidente que había trabajo y dedicación en crear esas pequeñitas obras de arte.

Si nosotros fuéramos como el oro, y el fuego nos separa de lo que nos opaca…. ¿Será que Jesús nos invita a brillar más al atravesar algunas separaciones?

Si el Espíritu te inspira, comparte con Jesús carpintero las divisiones que estés experimentando. Y tal vez, sea ese el fuego que te lleve a brillar más.

Marisol 

P.D. Podemos escuchar acerca del fuego que Jesús también trae, en las lecturas del domingo XX del tiempo ordinario, año / ciclo C.